La ventana
Cuentos de Angustias
y Paisajes
Carlos Salazar
Herrera: Nacionalidad costarricense.
Los Cuentos de angustias y paisajes se publicaron en revistas
y periódicos en forma separada. La primera edición apareció con veintiocho
cuentos y con grabados del mismo autor. En la quinta edición (1974) agregó dos
cuentos más.
Los cuentos de Salazar Herrera son fieles a dos principios
básicos del género: la tensión y la intensidad, es decir, la suspensión del
desenlace y el final sorpresivo. Utiliza temáticas como la muerte, la soledad,
el silencio y la incomunicación.
En el cuento “La Ventana”, los elementos naturales son recursos
que aluden a lo masculino y lo femenino: el agua, elemento femenino y el fuego
elemento masculino, se mezclan con los
sonidos para anticipar el encuentro amoroso. Aunado a esto tomamos en cuenta la
noche, las flores, los aromas, el viento. Mediante todos estos signos lingüísticos se logran
las alusiones a lo erótico. Todo un encuentro romántico, esperado durante siete
años. El lector lo interpreta donde es proyectado: “El nuevo duendecillo
proyectó en la pared un abrazo inmenso”.
La ventana sin barrotes simboliza: libertad, nuevas
oportunidades, una vida nueva, un nuevo amanecer.
En el relato se insinúa que el hombre estuvo preso, pero en
la narración se refleja que en realidad eran dos los prisioneros, la mujer en
la casa y el hombre en la cárcel. Ella lo espera en el encierro de su casa, con
los barrotes puestos en la ventana durante siete años. Siete años de sumisión,
como Penélope esperando a su amado. Al enterarse por medio de una carta que él iba a llegar, la mujer le
quita los barrotes a la ventana y se libera de la prisión, del encierro.
Todo el ambiente se conjuga y nos muestra que la casa está
preparada para dar una fiesta. Hay música: “Del filtro de piedra caían las
gotas en una tinaja acústica. Caía una gota y salía una nota…Caía una gota y
salía una nota…” “…el agua del caldero cantaba como nunca.”. Encontramos
elementos que representan las luces y movimientos: “…las luciérnagas trazaban
líneas con tinta luminosa”. También hay baile: “la llama sobre el pabilo daba
saltos sin parar”.
El cuento logra estimular, en el lector,
todos los sentidos: “Hacía subir una mirada por la cuesta…”; “el viento venía sobre los potreros cortando
aromas de santalucías”, “Del filtro
de una tinaja acústica…”, “Un San
Antonio guatemalteco, se había puesto negro de tanto tragar humo…”; “El nuevo duendecillo proyectó en la pared un abrazo inmenso.” De esta forma nos
sensibiliza y como buenos jueces nos ponemos del lado de los personajes
acrecentando la compasión hacía ellos y a la vez celebramos el nuevo encuentro.
Los temas que inferimos del cuento son: La libertad: Esta
palabra es contextualiza según la forma de pensar. Para un filósofo tiene un
significado, para los credos otro, pero me
inclino por el que dice que “no se concibe que se pueda ser
verdaderamente humano sin ser libre de
verdad”, por ello que la ética filosófica señala que la libertad es inherente
al ser humano, fundamentado en la autoconciencia y la responsabilidad moral. La
persona humana es libre desde lo más profundo de su ser, por eso la humanidad
más joven ha concebido el ejercicio de la libertad como la realización de la
persona: se trata de un derecho y un ideal al que no podemos ni queremos
renunciar. (Ricardo Yepes Stork).
El amor: Este sustantivo, masculino, abstracto tiene muchas
connotaciones: muchos han sido los poetas, cantantes, o filósofos que han
llevado a cabo su propia definición.
Entre ellas se encuentra “sentimiento de intensa atracción emocional y
sexual hacia una persona con la que se desea compartir una vida en común.
También puede ser considerado como un conjunto de comportamientos y actitudes
que resultan desinteresados e incondicionales, y que se manifiestan entre seres que tienen la
capacidad de desarrollar inteligencia emocional, por lo tanto, el amor, solo
puede ser experimentado por los seres humanos. En fin, si nos ponemos a hilar
muy fino, encontraremos múltiples significados para esta palabra.
Por consiguiente, podemos dar fe, que tanto la libertad como
el amor no se pueden concebir, si no se
es humano. Ambos sustantivos abstractos
son inherentes al ser humano y de la misma manera son irrenunciables.
Fernando 9-2
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